Casandra Ruiz Caro
El sombrerudo estaba triste. No tenía con quién jugar. Los parajes
desolados cerca de la costa eran su hogar. Andaba entre las dunas, corría hasta
alcanzar la cima y se dejaba caer palmeándose la retaguardia al levantarse. No
le gustaba estar con los otros. Realmente nunca fueron sus amigos. Su rostro
pequeño se deleitaba en el silencio. A veces se acercaba a las ventanas de la
chantli y, escondido de la visión del uey oquichtli que allí vivía, escuchaba la caja sonora que hacían
funcionar todas las tardes. Ese ruido no le molestaba, era como el ruido que
escuchaba cuando empezaba a oscurecer, cuando el mar suena despacito con el
aire y el atototl canta… así sonaba pero más bonito. De vez en vez se iba a las
otras chantin a ver si oía algo que le gustara, pero no todas las cajas hacían
ese ruido. Algunas sonaban como perros aullándole a los muertos y cuando eso
pasaba, el sombrerudo se alejaba dando tumbos y tirando macetas y sillas que
estorbaban su paso. Cuando llegaba la noche le sonreía a las nubes antes de
regresar a su ostotl, solo, cansado y triste… No tenía con quién jugar.
Alguna
vez un oquichtli solitario se aventuraba por su morada, entonces él hacía su
magia, escupía masa en sus manos, la moldeaba redondita y la aventaba al
extraño. Lo hacía huir. Otras veces la que se acercaba era una siuatl y esa era
más fácil de correr, simplemente cambiaba los caminos de lugar y la mandaba
lejos, a donde no fuera a toparse con él… Ah, pero si era una ichpochtli bella
no la dejaba alejarse hasta que aceptaba realizar el auilnemilistli con él. La
convencía de que la amaba y que sería muy feliz y luego, cuando todo terminaba,
la cambiaba de lugar y la ponía donde alguien de los suyos pudiera encontrarla,
a veces también le quitaba de la cabeza los pensamientos… a veces no.
Aunque contaba con todo lo que necesitaba no tenía ganas de reír. A medianoche lloriqueaba bajo la
luna azul sobre el mar. Dormía cada tres soles. Sus sueños eran vagos rastros
de color sobre la nada. Sonreía melancólico mientras los otros sonreían
maliciosos. No era como los demás. No le gustaba estar con los otros. Un sombrerudo
normal sería más social, viviría con los demás y se divertiría robando el
chiuilistli de los oquichtin. Los chanequi usaban el chiuilistli para
adornarse. También lo daban de regalo a las sombrerudas. Antes, en otro tiempo,
robaban un poco de metal redondo o un niño para conseguir mucho chiuilistli, ahora ya no era
tan fácil.
Cada vez había más oquichtin, cada vez más, y cada uno construía un
nuevo hogar. Acababan con el kuaujtla, cortaban su madera y bebían sus
manantiales. El sombrerudo vio como se acercaron al mar. Vio como tomaban la
costa donde paseaba, destruían las dunas donde correteaba y tapaban la ostotl
donde vivía. Entonces tuvo que buscar un nuevo lugar. Con ojos de profunda
melancolía. Ojos que anhelan el ayer, donde ellos caminaban como dioses por el
mundo.
GLOSARIO NÁHUATL
Chantli – casa
Uey oquichtli – hombre grande
Atototl – gaviota
Chantin – casas
Ostotl – cueva
Oquichtli – hombre
Siuatl – mujer
Ichpochtli – joven mujer
Auilnemilistli – acto de amor
Chiuilistli – humor
Oquichtin – hombres
Chanequi – chaneques
Kuaujtla – bosque
=)
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