Como seres "racionales" que somos, el entendimiento brinda una escalera al agujero negro en el que nos mantiene la ignorancia, el miedo, que en este contexto incluso pueden manejarse como sinónimos. Pero el miedo puede provocar dos tipos de reacciones, en las que se pueden dividir los seres humanos. Están los que se paralizan tanto que apenas si respiran, y poco a poco se vuelven esclavos del temor. Los otros, los que esperamos que sean mayoría, son a quienes el miedo los hace correr, avanzar, buscar cómo detener ese pánico que nos invade por culpa de lo ignoto y así, encontrar el conocimiento.

6/10/13

Cuento El sombrerudo


Casandra Ruiz Caro





El sombrerudo estaba triste. No tenía con quién jugar. Los parajes desolados cerca de la costa eran su hogar. Andaba entre las dunas, corría hasta alcanzar la cima y se dejaba caer palmeándose la retaguardia al levantarse. No le gustaba estar con los otros. Realmente nunca fueron sus amigos. Su rostro pequeño se deleitaba en el silencio. A veces se acercaba a las ventanas de la chantli y, escondido de la visión del uey oquichtli que allí vivía, escuchaba la caja sonora que hacían funcionar todas las tardes. Ese ruido no le molestaba, era como el ruido que escuchaba cuando empezaba a oscurecer, cuando el mar suena despacito con el aire y el atototl canta… así sonaba pero más bonito. De vez en vez se iba a las otras chantin a ver si oía algo que le gustara, pero no todas las cajas hacían ese ruido. Algunas sonaban como perros aullándole a los muertos y cuando eso pasaba, el sombrerudo se alejaba dando tumbos y tirando macetas y sillas que estorbaban su paso. Cuando llegaba la noche le sonreía a las nubes antes de regresar a su ostotl, solo, cansado y triste… No tenía con quién jugar.

Alguna vez un oquichtli solitario se aventuraba por su morada, entonces él hacía su magia, escupía masa en sus manos, la moldeaba redondita y la aventaba al extraño. Lo hacía huir. Otras veces la que se acercaba era una siuatl y esa era más fácil de correr, simplemente cambiaba los caminos de lugar y la mandaba lejos, a donde no fuera a toparse con él… Ah, pero si era una ichpochtli bella no la dejaba alejarse hasta que aceptaba realizar el auilnemilistli con él. La convencía de que la amaba y que sería muy feliz y luego, cuando todo terminaba, la cambiaba de lugar y la ponía donde alguien de los suyos pudiera encontrarla, a veces también le quitaba de la cabeza los pensamientos… a veces no.

Aunque contaba con todo lo que necesitaba no tenía ganas de reír. A medianoche lloriqueaba bajo la luna azul sobre el mar. Dormía cada tres soles. Sus sueños eran vagos rastros de color sobre la nada. Sonreía melancólico mientras los otros sonreían maliciosos. No era como los demás. No le gustaba estar con los otros. Un sombrerudo normal sería más social, viviría con los demás y se divertiría robando el chiuilistli de los oquichtin. Los chanequi usaban el chiuilistli para adornarse. También lo daban de regalo a las sombrerudas. Antes, en otro tiempo, robaban un poco de metal redondo o un niño para conseguir mucho chiuilistli, ahora ya no era tan fácil.

Cada vez había más oquichtin, cada vez más, y cada uno construía un nuevo hogar. Acababan con el kuaujtla, cortaban su madera y bebían sus manantiales. El sombrerudo vio como se acercaron al mar. Vio como tomaban la costa donde paseaba, destruían las dunas donde correteaba y tapaban la ostotl donde vivía. Entonces tuvo que buscar un nuevo lugar. Con ojos de profunda melancolía. Ojos que anhelan el ayer, donde ellos caminaban como dioses por el mundo.



GLOSARIO NÁHUATL


Chantli                 – casa
Uey oquichtli     – hombre grande
Atototl                 – gaviota
Chantin                – casas
Ostotl                   – cueva
Oquichtli             – hombre
Siuatl                    – mujer
Ichpochtli            – joven mujer
Auilnemilistli      – acto de amor
Chiuilistli              – humor
Oquichtin            – hombres
Chanequi            – chaneques
Kuaujtla               – bosque



=)


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