Como seres "racionales" que somos, el entendimiento brinda una escalera al agujero negro en el que nos mantiene la ignorancia, el miedo, que en este contexto incluso pueden manejarse como sinónimos. Pero el miedo puede provocar dos tipos de reacciones, en las que se pueden dividir los seres humanos. Están los que se paralizan tanto que apenas si respiran, y poco a poco se vuelven esclavos del temor. Los otros, los que esperamos que sean mayoría, son a quienes el miedo los hace correr, avanzar, buscar cómo detener ese pánico que nos invade por culpa de lo ignoto y así, encontrar el conocimiento.

18/4/14

Reflexión sobre Cien Años de Soledad y Gabriel García Márquez

GABO Y SU SOLEDAD
Casandra Ruiz Caro


Allá por el año XXXX, cuando pasaba por el curso de Literatura II en la prepa, la maestra nos obligó (sin miramiento alguno) a que leyese una novela de un tal Gabriel García Márquez, para el trabajo final. Sin  interés alguno dije a la maestra que ni siquiera sabía qué leer de él. ¡Oh! Grave error. Empezó a darme títulos y más títulos, tantos que los olvidé momentos después. Sin embargo, al buscar libros de él en Internet, me di cuenta de que el que se repetía una y otra vez era uno llamado Cien años de soledad. En seguida me puse a divagar (como siempre, dirán quienes me conocen) sobre el titulo, me puse a pensar lo aburrida que seria esa novela pues encontrarse con la soledad durante un siglo tendría que ser, por mi lógica simple, fastidioso. En todo caso, extorsioné a mis santos progenitores para que me compraran el libro y, a casi nueve años de haberlo leído, sigo pensando que es la sacada de dinero más interesante que les he hecho a mis padres. Cuando uno se adentra en las historias de García Márquez, une la forma con la anécdota y logra una catarsis completa.


Márquez tiene el gran poder de hacernos sentir el calor de sus obras (que de hecho están llenas de un calor canicular), que se contrasta con las terribles lluvias, como vemos en el ambiente en el que vive el coronel (ese que no tiene quién le escriba), que en alguna ocasión menciona sentir hasta los huesos húmedos, y como ese diluvio que azotó los últimos años de Macondo y que tanto recordamos. Por supuesto, el autor nos muestra el calor que él conoce de su tierra natal, y éste se repite a lo largo de muchos de sus trabajos; empero, el calor también está ahí como un recordatorio de que, aunque la mayoría de las veces todo parezca tranquilo, los ánimos rápidamente se calientan y en cuestión de segundos todo cambia. A pesar de esto, ni el calor ni la lluvia son los verdaderos malhechores, eso Márquez se lo deja al viento.

El viento es el paso del aire, el paso del tiempo, que sopla siempre sin detenerse y nada perdona, pero cierra toda herida. Es el que marca el destino de Eréndira, el que siente el coronel con sus setenta y cinco años al final de su novela, un viento de tierra, como la “Tramontana”, un viento espeso y oscuro, un viento húmedo, como el que siente Isabel, viendo llover en Macondo; un viento apagado, un viento desolador; el viento que nos trajo aquí y que tarde o temprano nos llevará. El viento, el tiempo, el fin; he aquí el verdadero temor de todos los personajes de Gabo, el de su fin, el de el momento en que él dejará de escribirlos, Y quién sabe, tal vez fuese el miedo del propio autor al contemplar el final de su mundo, el viento desgarrando su creación, reflejándose la destrucción de su ciudad de espejos y espejismos, del lugar que fue muy suyo y que ahora termina: de Macondo. Este lugar, que abre y cierra como en un ensueño del que es difícil despertar, que inicia con muerte y acaba con muerte, recuerda esa voz popular que dice: “Quien mal empieza, mal termina”.


Gabriel García Márquez ha partido, ha dejado la soledad de este mundo, su propio vendaval, que comenzaría desde hace veinticinco años, lo ha arrebatado de nuestro mundo imaginario; sin embargo, nos deja en su novela más conocida la oportunidad de reflexionar, de pensar en qué estamos haciendo bien y qué estamos haciendo mal; porque, como escribe: “las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”.


Fantasmas, locos, levitaciones, ascensiones en cuerpo y alma, belleza y fealdad, alquimia, diluvios, insomnios, profecías y, sobre todo, más de cien años, porque Gabriel García Márquez se ha ganado, con honores, su trascendencia. ¡Tu nombre podrá desvanecerse, pero tu obra será eterna!

¡Hasta siempre, Gabo!


T_T

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