Como seres "racionales" que somos, el entendimiento brinda una escalera al agujero negro en el que nos mantiene la ignorancia, el miedo, que en este contexto incluso pueden manejarse como sinónimos. Pero el miedo puede provocar dos tipos de reacciones, en las que se pueden dividir los seres humanos. Están los que se paralizan tanto que apenas si respiran, y poco a poco se vuelven esclavos del temor. Los otros, los que esperamos que sean mayoría, son a quienes el miedo los hace correr, avanzar, buscar cómo detener ese pánico que nos invade por culpa de lo ignoto y así, encontrar el conocimiento.

16/4/14

Cuento: La mirada

LA MIRADA
Casandra Ruiz Caro

Un santo más-

En el estante frente al que estaba había más figuras que en toda la iglesia, santos de todos los colores y sabores, y el nuevo… San Norberto; yo a ese lo conocía, así que fui al calendario y lo encontré, justo bajo mi fecha de cumpleaños. Hoy era mi cumpleaños. Parecía que mi familia no lo había olvidado. Pero…

-  ¿Y si sólo es coincidencia?, ¿y si lo  compraron por alguna otra razón?-

Mi mente se lleno del resentimiento que tenia hacia Él, aquél que me ahogaba en las tardes suplicios con tanto humo de veladoras que se encendían en su honor, con ese olor a iglesia y santidad que llenaba mi casa.

En momentos como ese extrañaba a mi padre. Fue un hombre bueno, no era ateo pero no se la pasaba en la iglesia. Aún pienso mucho en él. Sufrió graves heridas que se hacía sin querer cuando le venían esos fieros ataques como de epilepsia, desgraciadamente siempre le llegaban cuando sostenía algo filoso. Murió dos semanas después de que le empezaran, se atravesó algo en las costillas, un enorme tubo. Fue desagradable y muy triste.

Lo que ocurrió después fue aún más triste. Mi familia se había hundido en la desesperación y su único refugio fue la iglesia con sus santos y sus milagros.

Tome la figurilla de San Norberto, era como los otros, simplemente otra imagen de barro. Me molesté, acaso yo también era solo una imagen de barro, algo que puedes formar de un poco de lodo para que se quede estático hasta el final.

Me encontré pensando en el día que mi padre murió: el final.

Mi padre yacía junto al teléfono, y mi hermana estaba en una esquina temblando. Es todo, así es la memoria, viene y va. Creo que me acerqué, sí, hasta ver sus ojos, parecía que me observasen con tristeza, con compasión.

Ya llegué- la voz de mi hermana resonó en toda la casa.

Recordé que no debía estar allí y cerré los ojos esperando que no entrara. Contuve la respiración y solté el aire cuando escuché una puerta abrirse, Miriam se había metido a su cuarto.

Me sentí aliviado, hasta que sentí entre mis manos esa maldita figura.

¡Beto!
Di la media vuelta, mi hermana estaba allí, observándome.

Yo esperaba que dijera algo, pero pasó junto a mí y se hinco en el reclinatorio que frente a la mesa.

- ¡Que gran estupidez!- mi boca se aflojo y hablé sin pensar. Supongo que esa fue la gota que derramo el vaso, ella estallo frente a mí.
- Ten mas respeto. –   Soltó unos sollozos y más calmada me dijo  – Por tu culpa no me escucharan y no harán más milagros.-
- ¿Milagros? – pregunté divertido - ¿Ellos te han hecho algún milagro?

Iba a empezar a reírme cuando sentí un fuerte ardor en  mi mejilla.

 Claro que los realizan. ¿Cómo puedes hablar así cuando no sabes nada?, ni siquiera recuerdas ese día. Mi padre… entraste a la casa y lo encontraste muerto, muerto porque aún recuerdo lo frío que estaba;... pero de pronto, se movió, para verte y despedirse, si eso no es un milagro, explícame que es-.

Mis lágrimas fluyeron sin impedimento.

- ¿Por qué no intentas pedir uno?- me dijo ella como el ángel de paz que era.

Levante a San Norberto a la altura de mi rostro, y no muy convencido dije:

- Si puedes realizar milagros, entonces vuelca el vaso que esta sobre la mesa-.

Espere,  nada ocurrió y enfurecido dije al tiempo que lo arrojaba al suelo.

- Parece que nada ocurrió hermanita, ¿y que tal si todo en lo que has confiado hasta ahora es falso?-

La figura cayó al suelo degollándose y el cuerpo rebotó en la mesa haciendo que el vaso se volcara.  Ella miro al vaso antes de caminar a la salida y decirme:

- ¿Y qué tal si no?


No pensé en nada, recorrí con la mirada el cuarto hasta dar con la cabeza de la figurilla, ahora reconocía esa mirada en el trozo de barro, no era otra que la de mi padre...



=O

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