Casandra Ruiz Caro
El
cañingo reía alegremente con su pequeño antimordo. A veces el antimordo lanzaba
una mordida amigable y el pequeño se la devolvía continuando el jugueteo. La
noche se acercaba y el trabajo arduo en el sembradío había terminado hacía un
buen rato. Los trozos de caña recién plantados apenas si se veían en ese enorme
espacio abierto. Luisito, hijo de uno de los cañeros, se había hecho valedor
del título de ayudante por su esmerado trabajo y ahora tenía su merecido
descanso. Cuando su padre no estaba en el sembradío se iba de restopilador a la
tienda de don Memo. Ese señor era malhumorado y un desgraciado, según decía su
madre. El padre del cañingo se llamaba Roberto y era muy amable, tanto que la
mayoría de las veces la gente se aprovechaba de él, por eso Luisito había
aprendido a ser astuto y a conocer el bien y el mal muy joven, para así poder
ayudar a su papá y no dejar que los otros le vieran la cara, porque de que los
hay los hay. Así las cosas, el Luisito se iba todas las madrugadas a la chamba
con el papá para aprender y ayudar, y así se fue ganando el cariño de los
compañeros de chamba. “Mándate al cañingo por la manguera”, decía uno.
“Cañingo, ándate por las palas”, decía el otro. Y así se la llevaba.
Un buen día en que el trabajo que se
necesitaba hacer era muy pesado, mandaron al muchacho a descansar y el travieso
aprovechó para irse a dar vueltas por el pueblo. Muchos lo saludaban al pasar y
algunos le guiñaban el ojo, cómplices de su escapada. Luis era un buen niño al
que le permitían muchas cosas, podía recorrer el pueblo e ir desde su casa
hasta el parque, pero tenía expresamente prohibido adentrarse en la calle de
los negritos, tenía prohibidísimo pasar por la barda pintada por la que ahora
pasaba, acercarse al barandal descascarado en donde ahora se agarraba, o
atravesar el portal azul por el que se entraba a la vecindad desconocida.
Después de pensárselo un poco el cañingo dio un paso al frente. No había nadie
a la vista pero escuchó claramente el sonido de tambores y unos gritos muy
extraños. Guiado por el sonido el niño entró a escondidas en la casa más grande
que había. “Un sucutungu tremendo dejó así a la hermana Adanna. Es nuestro
deber devolverle las energías con una operación sagrada. Traigan el antimordo”.
Luis se enfureció mientras espiaba la escena: un pequeño animalillo amarrado
salvajemente y depositado en un camastro junto a una mujer estaba a punto de ser
sacrificado con un cuchillo. “Que el estópelo libere la energía de la vida y
sea entregada a nuestra hermana”, dijo el hombre oscuro de cara pintada
mientras levantaba el cuchillito. Sin pensárselo dos veces, el chico agarró
unos trapos que encontró, se los puso en la cara y atravesando la sala como un
rayo tomó al pequeño animal y salió corriendo ante la atónita mirada de los
presentes. El cañingo corrió hasta llegar a su casa…
Desde aquél día el antimordo y él eran
muy buenos amigos y siempre jugaban al terminar el trabajo. La noche ya había
caído y Luis se levantó para dirigirse a casa, aún tenía que atravesar la
enorme ploresta antes de llegar a la calidez de su hogar.
=)
GLOSARIO
Antimordo: Pequeño animal peludo, con
dientes y garras afiladas. Se le llama también Monstruo de las Indias o Hijo de
Pie Grande. “El antimordo es muy gracioso”.
Cañingo: Dícese del joven o niño que
ayuda en los sembradíos de caña. “El cañingo no vino el día de hoy”. / Mit.
Pequeño espíritu que hace travesuras en las casas abandonadas al sur de
Veracruz. “Ese cañingo quiere asustarnos”.
Estopelo: Cuchillo pequeño de hoja muy
afilada que sirve para que los médicos brujos de Motonga realicen sus
operaciones mágicas. “Ahora le abriremos el pecho con el estópelo”. / Persona
que habla de forma hiriente. “Eres un estópelo cruel”.
Ploresta: Campo en el que se han
plantado restos de plomo. “La ploresta es muy vasta”. / Persona que está
pasando por una situación difícil. “Después de renunciar quedó en ploresta”.
Restopilador: Ver restopilar. Hombre que
se dedica a la restopilación. Persona que se encarga de apilar los objetos en
los estantes de las tiendas. “El restopilador tomó su hora de descanso”.
Sucutungu: Pequeña bacteria que aparece
en el árbol de la moringa y lo reseca, robándole todos sus atributos. “El
sucutungo no puede verse a simple vista”. / Se le llama así a las situaciones que dejan sin energía a una
persona. “Me acaba de pasar un sucutungo tremendo”.
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