UN COMENTARIO
Casandra
Ruiz Caro
Cuando el teatro es necesario, no hay nada más necesario.
Peter Brook.
Cuando era muy pequeña mis padres me
llevaron a un lugar grandototote. Ellos tenían algo que hacer con quién sabe
quién. Mientras gritaban, cantaban, se arrastraban, daban vueltas y hacían
cosas raras con los demás adultos, yo me escabullí a recorrer el lugar de
esquina a esquina. Escaleras, telas extrañas, muchas sillas acolchaditas,
estatuas blancas y un montón de espacio para corretear. Encontré un lugar muy
agradable en la esquina superior de una gran sala, por las butacas del tercer
piso, y me senté colgando los pies mucho rato, admirando la araña luminosa que
bajaba del techo, cuya tela de rayos parecía tocar cada rincón que,
deslumbrada, miraba. No supe cuánto tiempo pasó. Me dormí. Mi papá me despertó
alarmado. Me había estado buscando ya durante un buen rato. Luego nos reunimos
con mamá y salimos del edificio por unas escalerillas aledañas al bello
vestíbulo. Detrás de las puertas acristaladas la luna hacía rato que surcaba
los cielos. “¿Qué es esto donde estamos?” Papá respondió antes de que
abandonáramos el lugar: “Éste es un teatro”.
La respuesta de mi padre me persiguió
durante un tiempo. Desde mucho antes de conocer un teatro, yo había visto
teatro. Cuando íbamos a ver una obra era una “obra de teatro”. Cuando se
realizaba la Muestra[1]
íbamos, por ejemplo, al Baluarte de Santiago.[2]
Tengo muchos recuerdos agradables del lugar, era mi castillo y yo era a la vez
princesa y heroína de mi cuento. Ya estaba apresada sin poder salir en el
Caballero Alto[3], ya
estaba montada sobre un cañón alejando a los piratas. Muchos recuerdos, pero en
ninguno de ellos aquella fortaleza, a la sazón enorme para una niña tan
pequeña, se parecía un poco a ese lugar que mi padre designaba como teatro.
Aunque parezca extraño por ser una niña
que no paraba de externar hasta la más mínima duda, me guardé la pregunta y de
repente, sin darme cuenta del proceso, sin razonarlo conscientemente, entendí
que un teatro era una construcción donde se hacía teatro, pero que el teatro
podía salir de ahí sin inconvenientes. Los actores, el director y, en su caso,
los técnicos, debían ser capaces de resolver los problemas del espacio, pero
éste no los limitaba.
Alguien dijo una vez que el teatro es
juego y vida, y nada más cierto cuando entras en acción al dar la tercera
llamada.

Algunos miembros del gremio artístico de Veracruz.
¿Qué hace al teatro ser teatro?
Etimológicamente, la palabra “acto”
proviene del latín actus, derivado
del verbo agere, que en nuestro
idioma sería llevar a cabo o mover hacia adelante, en participio sería hecho o
llevado a cabo y en sustantivo acto o resultado de llevar a cabo[4].
Podemos concluir que acto es hacer, y un acto teatral sería “hacer teatro”[5].
¿Qué se necesita, pues, para hacer teatro?
Peter Brook (2015) señala que un acto
teatral es una liberación, que por medio de las sensaciones fuertes puede
limpiarnos, es algo que purifica, aunque no en el sentido de olvidar o borrar
todo sino en aquél que permite que todo sea posible de nuevo. ¿Cómo lograr esta
limpieza? El mismo Brook comenta que sólo se necesita un espacio vacío,
desnudo, un hombre que camine por él y otro que le observe (2015, p. 21).[6]
Dubatti, por su lado, nos dice que en un teatro hay convivio y que en él
concurren artistas, técnicos y espectadores.[7]
El teatro se hace más concurrido entonces, pero la base sigue siendo la misma.
¿Por qué el teatro es importante en nuestros
días? ¿Por qué habríamos de poner atención en algo que de primeras se siente
vacuo y no en los grandes cataclismos que asolan nuestra vida día a día? ¿Por
qué el teatro, siempre en crisis,[8]
sigue existiendo y exigiendo en este mundo en donde el tiempo se escapa y ni el
más veloz logra atraparlo? Pienso que es justamente porque el teatro nos
transporta, nos llena, nos cambia los ritmos y nos regresa, acaso, algo de la
humanidad perdida en el rápido devenir de la actualidad.

El teatro es un arte vivo, aparece y
desaparece y entonces… ¿Qué queda? Lo que está dentro del que participa, ya sea
en acción o expectación. El teatro apuesta por permanecer en el otro, en el ser
humano que le enfrenta directamente. Si desaparecieran todos los edificios
teatrales en el mundo este arte todavía existiría, pues sólo necesita de dos
cuerpos, uno con la intención de comunicar y otro con la intención de recibir
el comunicado. Uno con la intención de sanarse y sanar y el otro con la intención
de ser sanado. El teatro es movimiento, motivación, fascinación y creación. Es
la unión de la danza, las artes pictóricas y escultóricas, que se renuevan y
resignifican junto a los cuerpos vivos. El teatro es un generador infinito de
miles de emociones y, por tanto, de humanidad.
Sin importar géneros, las emociones que
se crean, viven y reviven en el teatro siempre nos permean, no hay armadura que
resista ese sentimiento tras ver una puesta bien lograda, tanto si el final es
comprensible o no; y las preguntas nos inundan y nos obligan a pensarnos las
cosas lentamente y hacen que el espectador de vueltas a la obra mucho más
tiempo del que creería.
Y ni hablar del actor, de ese cuerpo
que se entrega al calor de su personaje y que provee esa chispa inicial de
energía con la que se llega al “bucle de retroalimentación” en el que la puesta
se transforma. El actor es y no es, está y no está, estando. Es un cuerpo
presente que se enfunda en características propias y extrañas, en sugerencias y
en vivencias. Es un calor que se presenta y aviva cualquier espacio. Un actor
no es cualquiera. Paul Newman decía que actuar es como bajarse los pantalones,
es el acto de exponer tu intimidad. De qué sirve bajarte los pantalones si no
tienes la intención de vulnerarte, de exponerte y propiciar con ello algo. De
qué sirve bajarte los pantalones si no tienes pantalones. Para que ocurra
teatro se necesita teatro: Al menos dos participantes con intención.
En esta época en la que las malas
noticias aparecen un día sí y otro también, en donde las familias se separan o
perecen por razones que al final nadie entiende del todo, en este mundo en el
que la vida es algo hermoso pero difícil de vivir, el teatro nos sigue
recordando que además de vulnerables somos fuertes, que fuera de tener que
alinearnos a un sistema para sobrevivir, podemos liberar el pensamiento para
vivir. El teatro ha sobrevivido, igual que la humanidad, a muchos cataclismos,
e igual que a ella, aún le queda mucho tiempo sobre esta tierra.
Escribió Calderón que “toda la vida es
sueño y los sueños, sueños son”; y qué es el teatro sino un hermoso sueño para
quienes estamos en él. Es un mundo que queremos recorrer sin parar mientras
gritamos: ¡Larga vida al teatro!
Igual que hace 55 años, en el primer
mensaje que se dio acerca del Día Mundial del Teatro, las palabras del francés Jean
Cocteau siguen vigentes y probablemente nunca caduquen:
“El teatro conmueve, ilumina, incomoda, perturba, exalta, revela, provoca, trasgrede. Es una conversación compartida con la sociedad. El teatro es la primera de las artes que se enfrenta con la nada, las sombras y el silencio para que surjan la palabra, el movimiento, las luces y la vida”.[9]

"Mataron al ruiseñor tan sólo porque cantaba", con la Compañía Teatral Emergencia, 2014.
:)
[9] Recuperado de: https://www.world-theatre-day.org/pdfs/WTD_Cocteau_1962.pdf
[1] Me refiero a la Muestra Regional de
Teatro, Artes Escénicas y Literarias que se ha realizado intermitentemente en
el puerto de Veracruz desde 1985.
[2] Único baluarte sobreviviente de los nueve
que custodiaban la ciudad amurallada de Veracruz de los ataques de piratas y
corsarios.
[3] Torreón de vigilancia del baluarte.
[4]
Del diccionario de etimologías online:
etimologias.dechile.net
[5]
Según la etimología de performance,
éste refiere a actuar o hacer (mismo significado que dimos a acto); sin
embargo, ha pasado al uso en nuestra lengua con el siguiente significado según
el Diccionario de neologismos On line (obneo.iula.upf.edu/spes/): Espectáculos
de carácter vanguardista en los que se combinan elementos de artes y campos
diversos, como la música, la danza, el teatro y las artes plásticas, entre
otros.
[6] Brook, P. (2015). El espacio vacío. Barcelona: Ediciones Península.
[7] Villafañe, J. (Abril, 2008). “Filosofía
del teatro I: convivio, experiencia, subjetividad según Jorge Dubatti”. Revista del CCC, (2). Recuperado de:
http://www.centrocultural.coop/revista/articulo/52/. ISSN 1851-3263.
[8] “El
teatro es muy fuerte, resiste, sobrevive a todo, a las guerras, a las censuras,
a la falta de dinero. Es suficiente con decir 'la escena es un escenario vacío
de un tiempo indeterminado' y hacer entrar a un actor. O una actriz.” Huppert,
I. (2017). Mensaje del Día Mundial del Teatro. Recuperado de: http://www.artezblai.com/artezblai/mensaje-del-dia-mundial-del-teatro-2017-por-isabelle-huppert.html
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