Como seres "racionales" que somos, el entendimiento brinda una escalera al agujero negro en el que nos mantiene la ignorancia, el miedo, que en este contexto incluso pueden manejarse como sinónimos. Pero el miedo puede provocar dos tipos de reacciones, en las que se pueden dividir los seres humanos. Están los que se paralizan tanto que apenas si respiran, y poco a poco se vuelven esclavos del temor. Los otros, los que esperamos que sean mayoría, son a quienes el miedo los hace correr, avanzar, buscar cómo detener ese pánico que nos invade por culpa de lo ignoto y así, encontrar el conocimiento.

1/9/13

Comentario de Contra la interpretación de Susan Sontag


Por Casandra Ruiz





Es muy interesante como Sontag toma este ensayo y lo va encaminando desde la prehistoria con el arte primitivo visto como instrumento ritual, que lleva a su evolución en Grecia con la famosa mímesis (imitación de la realidad), seguidamente nos ofrece la propuesta de Platón –con sus ideas de la inutilidad del arte y su reafirmación de verla como algo NO verdadero–, y agregando la idea de Aristóteles de que el arte es medicinalmente útil, como en los momentos catárticos del teatro. Después de tan bello panorama monográfico Sontag rompe con todo y afirma que, hasta el momento de la enunciación del ensayo, la crítica del arte no ha traspasado realmente esos antiguos pensamientos griegos. Llegados a este punto me atrevo a afirmar que ni siquiera ahora, a casi cincuenta años de que Susan Sontag opinara así, se ha logrado traspasar este principio de mímesis en el arte, tan es así que en las experiencias educativas que tienen que ver con teatro y artes vanguardistas se comienza por revisar este principio pero nunca se llega a uno nuevo, las nuevas técnicas están veladas y no parecen firmes, no así el pilar griego que se mantiene allí desde la antigüedad clásica.

Volviendo al ensayo, es después de que esta realidad es desvelada que la autora dice cómo esta defensa del arte, a la que estamos sometidos desde que la antigüedad griega, que nos conmina a justificarlo, es la que separa “forma” (lo accesorio) de “contenido” (lo esencial).

Es magistral la crítica que se hace de que aunque la mayoría de críticos haya dejado de lado la idea de arte como representación de la realidad exterior, y que ahora maneje un arte como expresión subjetiva, el contenido siga en primer lugar como algo infranqueable y de suma importancia. Es en este momento en el que se nos habla de la falta de inocencia, esa inocencia que sólo existía antes de las teorías, esta falta de inocencia es la que condena al hombre a siempre estar defendiendo el arte, a siempre buscar el “qué dice”…

El contenido permanece, según dice Sontag, porque se suele usar para enfrentar la obra de arte, nos acercamos a ella buscando “interpretarla”, ver “qué dice”, buscarle el “contenido” más allá de lo que la forma nos da.

Interpretación, dice el ensayo, “es el acto consciente de la mente que ilustra un cierto código, unas ciertas reglas de interpretación”.

Aplicado al arte, la interpretación no es otra cosa que desarmar la obra en sus elementos básicos y después… traducir… si, traducir, buscar un equivalente en un lenguaje propio de otro discurso o –en la literatura se ve mucho– en el mismo lenguaje.

El ensayo transcurre con una explicación de cómo la interpretación se encuentra entre nosotros desde la antigüedad clásica, y se expone cómo ésta supone una discrepancia entre el significado evidente y las exigencias que los lectores tienen. El lector (en este caso interprete), sin suprimir o reescribir el texto, lo altera; sin admitir que lo hace y siempre sosteniendo que ese sentido está presente en el texto. Desde este punto de vista se expresa que doctrinas como las de Marx y Freud son teorías (pretextos) que conducen a la interpretación, lo que lleva al irremediable pensamiento de que sin interpretación no hay significado y que “comprender” no es más que interpretar. Ahora, la interpretación no debe considerarse un valor absoluto, Sontag aclara que  la misma interpretación debe ser evaluada en determinada concepción o contexto.

Marx & Freud say Hi!

En su momento, Susan Sontag declaró que su actualidad reflejaba interpretaciones reaccionarias y asfixiantes. Yo pienso que hoy si la interpretación no es reaccionaria no existe, no se toma en cuenta. En este mundo en el que estamos inmersos la cultura de masas es la que manda, incluso en el arte, y esto se observa en cómo los mismos críticos buscan hacer afirmaciones alarmistas o amarillistas para que sobresalga tal o cual objeto designado. Ya sólo hay que aprenderse el discurso y hasta una caja de zapatos puede ser una obra de arte.

El verdadero arte, dice la autora, es el que rompe nuestro esquema y nos pone nerviosos, pero con la interpretación aplacamos los nervios y le damos un sentido a la obra, “domesticamos” el objeto artístico.

Son varios los métodos que el arte ha utilizado para evadir esa interpretación, esa búsqueda de contenido. Susan Sontag nos da el recuento de algunos en su ensayo: la pintura abstracta, el pop art y la poesía moderna (en específico la poesía simbolista francesa). El primer caso es un claro plan para huir de la interpretación, el segundo intenta mostrar un contenido tan claro (o estridente como nos dice el texto) que quede expuesto que eso es lo que es; la poesía tiene elementos como los silencios, que permiten un alejamiento del contenido y una reflexión sobre la forma.

En esta búsqueda por un arte claro y directo que permita ver qué es lo que es, sin la necesidad de buscar interpretaciones, Susan encuentra el cine, donde cree ver esta limpieza que niegue la interpretación y lo asocia a la novedad del cine como arte. Pues bien, el cine como arte ya no es una novedad y una de las cosas que han permitido la expansión del cine es precisamente esta pluralidad de interpretaciones que logra con, por ejemplo, una misma escena desde diferentes perspectivas. El cine invita a la interpretación tanto como cualquier obra de arte.

El valor más alto en la actualidad es la transparencia (ver las cosas como son), pero para eso se debe recuperar la sensorialidad, debemos reaprender a utilizar nuestros sentidos para poder ver “en detalle” al objeto.


En fin, que es imposible dejar de lado la interpretación, como bien nos dijo ya Sontag, por la carencia de esa inocencia que se ha perdido con la historia; en cambio, se puede evitar caer en interpretaciones licenciosas simplemente poniendo una atención equivalente tanto al contenido como a la forma y así apostar por una experiencia estética que nos lleve a la llamada “erótica del arte”.

Algunas personas sienten la lluvia, otros sólo se mojan



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