Casandra Ruiz Caro
En
algún lado leí que era muy acertada la
elección del género en la novela de Rey Rosa que nos ocupa, la extrañeza me
invadió al pensar que, por principio, es sumamente difícil encasillar en un
género esta “novela”, y es que aunque llegue a ser una novela hay una mezcla
interna de la que no escapa y que comprende citas, listados de la policía,
ficción y acaso historia real, todo dentro de cuadernos y hojas desperdigadas
que son acomodados reconstruyendo una historia que parece del todo verosímil,
pese a la advertencia primera en la que se nos afirma que, aunque parezca real,
no se trata más que de una ficción.
Aquello que funciona
como estimulante de la trama es, como dice en la introducción –sí, hay una
introducción–, el encuentro del Archivo del antiguo Palacio de la Policía que
se halló en edificios aledaños a la llamada Isla, complejo de edificios
policiacos, y que es lo que permite el desarrollo del texto en cuestión.
Pese al tema escabroso
que se trata en el trasfondo de la novela, es decir, la historia de la policía
que queda de manifiesto en el Archivo al que el narrador tiene acceso, Rey Rosa
no es tremendista en absoluto y no narra los hechos sangrientos y terribles que
debieron ser, en cambio, nos introduce dentro de un listado sin notas
aclaratorias acerca de los casos más interesantes (a razón del autor/narrador)
del Archivo, muchos de ellos de la época del gobierno de la revolución. Es
refrescante leer el listado de las primeras páginas, aquél que está escrito en
la libreta de pasta negra y que con un humor sutil nos narra, siempre de manera
sucinta y descriptiva, cómo María Chávez Coronado fue capturada en agosto de
1939 por realizar actos carnales en la vía pública, o cómo Fulanito o Sutanito
fueron fichados a petición de sus familiares por levantarles la voz o
sublevarse en el colegio.
¿Sublevarse? ´¿Quién tiene tiempo de eso antes del recreo?
Entre frases dilatorias
y fichas policiales vamos recreando la historia de una indagación que nos va
guiando por el texto con una ligereza que se agradece, sin el dramatismo que se
esperaría de estar narrado de alguna otra manera. Hacia el final prohíben al
narrador el acceso al Archivo y entonces comienza a presentir que se ha
acercado a algo grande que debería evitar porque puede costarle más que un
hobby truncado.
Es interesante cómo
vamos conociendo a los personajes que pululan alrededor del principal y cómo va
utilizando las diferentes libretas, hojas y anexos para crear esta
verosimilitud que, sin embargo, se plantea como una ambigüedad clara. Antes hablé
de la advertencia que se encuentra al principio de la novela, ahora mencionaré
cómo al final, a manera de película o texto basado en una historia real, se
afirma que varios nombres fueron cambiados, lo que nos deja danzando entre la
ficción y la realidad, que es la intención del autor y que está lograda con tal
maestría que no me queda más que recomendar esta obra a todos…
con todo y mis divagaciones aquí presentadas.
¡Léanme, es una orden!
=)
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