Como seres "racionales" que somos, el entendimiento brinda una escalera al agujero negro en el que nos mantiene la ignorancia, el miedo, que en este contexto incluso pueden manejarse como sinónimos. Pero el miedo puede provocar dos tipos de reacciones, en las que se pueden dividir los seres humanos. Están los que se paralizan tanto que apenas si respiran, y poco a poco se vuelven esclavos del temor. Los otros, los que esperamos que sean mayoría, son a quienes el miedo los hace correr, avanzar, buscar cómo detener ese pánico que nos invade por culpa de lo ignoto y así, encontrar el conocimiento.

1/3/16

Reseña/Experiencia de Psico/Embutidos. Carnicería escénica

Psico/Actores. Experiencia escénica

Por Casandra Ruiz Caro


Realmente son pocas las ocasiones en que he asistido a una obra interactiva, y en ellas las interacciones eran más bien esporádicas y no se realizaban con el grueso del público sino con unos cuantos elegidos. Además de que normalmente se trata de obras con temática infantil donde el lobo feroz al final pregunta si debe comerse a la Caperucita o volverse su amigo, o donde se invita a un pequeño a participar para rescatar a los protagonistas del enemigo malvado.

Ahora, esta es sólo mi idea, hay que tener siempre en cuenta que en Veracruz no hay tantas propuestas de teatro que se alejen del puro realismo (minimalista por eso de la falta de cash). Se me hizo entonces muy importante el ir a vivir (porque decir sólo “ver” se queda corto) la presentación de Psico/Embutidos. Carnicería escénica de Richard Viqueira, una obra que persigue al tiempo (nunca mejor dicho)

La anécdota es algo entreverado, es la travesía por la vida (tiempo/carne) de diversos personajes, pero ésta ya fue bien descrita en la página de la ORTEUV:

En Psico/Embutidos se narra la travesía existencial de una Salchicha por dar sepultura a su madre Longaniza y la relación que se establece entre el mundo carnal y espiritual. En el camino, Salchicha ha de enfrentarse a: embutidos pornográficos, salchichones nazis, carnes de res kosher en campos de concentración, mortadelas que viajan en el tiempo, curas pedófilos que saborean “salchichitas” cocteleras, albóndigas gurús tibetanas, Pepperonis y butifarras que ejercen como ginecólogos o proctólogos. Y encima, Salchicha buscará darle una digna sepultura a su madre: enlatarla[1].

Ahora, aunque la anécdota es sumamente interesante, lo mejor es cómo el espectador se ve envuelto en ella.


Mi  experiencia comenzó con la fila. Hubo que llegar una hora antes para hacerla pero valió la pena, mis compañeros y yo quedamos al principio y a mí me tocó el número dos. Al entrar se nos hacía la advertencia de que si temíamos a los lugares estrechos u obscuros sería mejor que diéramos la vuelta, ahí me puse algo nerviosa porque aunque no soy claustrofóbica, sí me he llegado a sentir mal en lugares muy pequeños, sin embargo, ya que había logrado entrar no iba a volverme.

Después pasamos a sentarnos en la cuarta fila, éramos un grupo de 20 personas. Lo primero que causa un impacto es ver cuerpos, muchos cuerpos desnudos de frente a nosotros. La luz era muy leve pero se podía ver todo, caras, tatuajes, carne en general. A una señal de música todos comenzaron a marchar y moverse fuertemente, y luego corrieron a colocarse en sus posiciones. Se develó ahí la escena, un sucedido de tarimas con mini toboganes equipados para ir de un lado a otro, además de un par de escaleras. Cada tarima tenía su propia escenografía, ya fuese una mesa o un par de sillas.

Mi compañero subió primero por las escaleras que llevaban a la parte más alta de la estructura. A mí me hicieron esperar un momento a media escalera. Al voltear hacia atrás pude ver cómo a los demás del grupo los sentaban en sillas plegables alrededor del armatoste. También observé a los actores. Los que pude porque estaba en mala posición. Algunos estaban en lo suyo, hablando solos, y algunos veían a los que estaban sentados. Al poco rato sonó un timbre fuerte y se me indicó que subiera. Así lo hice. Al llegar a la cima me encontré a una joven pelirroja desnuda que me tomó de las manos y me dijo que estuviera tranquila. Ahí fue cuando entendí que yo sería parte de la puesta, que sería mi propia historia y que no se repetiría por más que las respuestas de cada personaje estuviesen bien estudiadas, porque era yo lo diferente, lo externo, lo que le daba forma. Así que cuando sonó la chicharra entré con todo de mi parte para meterme en la fantasía y firmar el pacto de credibilidad, pero lo que hallé fue diferente.

Desde luego que hubo partes muy divertidas, no obstante otras fueron muy tristes y no pude contener alguna lagrima traicionera, máxime cuando me preguntaban cosas personales y de ahí se colgaban para seguir su historia. En específico esto ocurrió cuando llegué al plañidero Morcilla, cuyas lágrimas se contagiaban.

A algunos los abracé, con otros reí abiertamente y a otros no supe qué contestarles, pero la función siguió a un ritmo muy agradable. En especial me gustó llegar con el Gurú Albóndiga porque estábamos meditando cuando comenzó la canción, todas las carnes al unísono entonando "entre caníbales, come de mí, come de mi carne. Entre caníbales, tomate el tiempo en desmenuzarme", un extracto de la rola Entre caníbales de Soda Stereo que quedó al punto, además de que fue entonada como un cántico de esos que hacen en el Himalaya para encontrar paz, sólo que en vez de jugar con el sonido om, aquí había palabras.

El problema surgió aquí... aunque en realidad quizá no fue un problema sino un choque, algo que me hizo volver a estar consciente de dónde estaba y con quién. Algunos actores que conocen a mis padre comenzaron a decirme que se los saludara y ahí me di cuenta de que estaba frente a señores ya grandes que conocen a mi familia y que estaban totalmente desnudos. Traté de olvidarme de ello pero desafortunadamente ya no pude vivir el final tan profundamente como hice con más de la mitad del camino.

La estructura, como me indicó la primera Longaniza, era el aparato digestivo, el primer tobogán me tragaría y así seguiría hasta ser desechada. La última imagen fue la de una mujer muy grande a través de un monitor. La escuché con unos audífonos mientras hablaba del tiempo y del sobrevivir, para luego caer a la oscuridad y aparecer frente al final, a la muerte.

Todo un recorrido donde espectador y actor se fusionan para vivir una experiencia muy fuerte e importante.

Si la ven en cartelera en su teatro local, ¡no se la pierdan!



=)



[1] https://www.uv.mx/orteuv/obras/psico-embutidos/

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